Justo antes de que empezáramos la cuarentena sentí la necesidad de hacer un sincero homenaje a las madres, quería pintar una maternidad que reflejara fielmente ese amor primigenio, fuente de ternura.

Han sido 22 días dedicado intensamente a la realización de esta pieza. Durante este tiempo de confinamiento he visto en las noticias al personal sanitario jugándosela en los hospitales, una gran mayoría mujeres, heroínas enmascaradas que se enfrentan a un enemigo invisible. Sus principales armas son su saber hacer y el afecto con que cuidan de sus pacientes sin importarles, en muchos casos, su propia protección. Esa imagen de la mujer sanadora, sensible, capacitada y resiliente se hace cada vez más necesaria e imprescindible. Siempre lo ha sido, pero en estos tiempos se hace más evidente que nunca y me parece importante destacar sus “superpoderes”. En estos tiempos creo que hay que poner en valor nuestra parte femenina: el “yin” frente al ”yang“ masculino y guerrero. En esta guerra no se ven tantos soldados y se siente la fuerza de lo femenino.

Esta pintura es un “GRACIAS” enorme a mi madre que ya no está – aunque siempre estará a mi lado y la llamaré cuando tenga miedo – y a todas las que lo son, que lo han sido o que lo serán.

Quiero agradecer al fotógrafo Pablo Lorenzana por haberme cedido la foto que inspiró este cuadro y a las modelos Alexandra Núñez Alonso y las pequeñas Olivia y Vera. Gracias. Ha sido un viaje maravilloso.

“Maternidad”

Óleo sobre lienzo.

80×60 cm

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